Misiones y trabajos de invierno: Estudiantes construyen futuro con sentido y fe
Alrededor de 1.500 jóvenes de la Pastoral UC participaron durante diez días en misiones y trabajos de invierno en 48 localidades de Chile, compartiendo la fe, reconstruyendo comunidades y anunciando esperanza. El rector Juan Carlos de la Llera destacó que este tipo de acciones encarnan la esencia de la Universidad: “transformar vidas”.
Durante diez días de julio, más de 1.500 jóvenes, entre universitarios y escolares, se desplegaron por 48 localidades del país, desde Coquimbo hasta Los Lagos, llevando compañía, fe, ayuda concreta y alegría a cientos de familias a través de los proyectos Misión de Vida, Trabajo País, Siembra UC y Coro Misión País. Esta cruzada solidaria forma parte del compromiso de la Pastoral UC con el país y refleja el profundo sentido de servicio que anima a la comunidad universitaria.
Organizados por la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana de la Pontificia Universidad Católica de Chile, los jóvenes dejaron sus vacaciones de invierno para embarcarse en un viaje transformador: reconstruir espacios comunitarios, compartir el mensaje del Evangelio y construir relaciones humanas profundas con personas muchas veces invisibilizadas.

“Esto está absolutamente alineado con lo que queremos dejar como legado en la Universidad. Lo más lindo de todo esto es que nace espontáneamente de ellos, de estos jóvenes, no hay nadie que los empuje a hacer esto y esa riqueza que tiene la Universidad es algo que se tiene que realmente potenciar”, señaló el rector Juan Carlos de la Llera tras visitar uno de los campamentos misionados en Valparaíso.
“Quiero agradecer particularmente a los coordinadores porque ha sido un trabajo maravilloso. El trabajo es todo de ustedes, completamente de ustedes. Dios nos bendice mucho todos los días y nos bendice con gente como ustedes, que siendo muy, muy capaces, hacen parecer que cada uno de nosotros somos pequeños al lado de lo que hacen, de lo talentosos que son, de lo buenos que son también para poder responder al llamado de Dios y nos demuestran que todo se puede, que lo que soñamos lo podemos hacer”, expresó la directora de la Pastoral UC, Ángela Parra, a los estudiantes universitarios que han coordinado estas actividades.

Una Iglesia viva entre cerros y campamentos
En Altos de Chorrillos, en Viña del Mar, la comunidad vio reconstruida su capilla Laurita Vicuña gracias a los voluntarios de Trabajo País. “Estas capillas en los cerros no solo cumplen una función de culto, sino también son parte de la organización social del lugar”, explicó el padre Claudio Ríos, párroco de la zona.
La reconstrucción de este templo, afectado por termitas, permitió que la comunidad recuperara un espacio vital para actividades sociales, litúrgicas y de encuentro. “Los vecinos se comprometen mucho, tienen esa conciencia social, trabajan unidos católicos y evangélicos, todos colaboran”, relató el sacerdote.

En Reñaca Alto, la comunidad del campamento Naciones Unidas fue otra de las beneficiadas. “Han puesto un granito de arena en cada casa. Han venido de casa en casa, tocando puertas, hablando de la Palabra. Nos han hecho sentir que no estamos solos”, contó emocionada Lorena Shirley Lozada, vecina del sector que llegó desde Colombia a Chile hace 14 años.
La misión que transforma a todos
Felipe Mena, estudiante y coordinador de Misión de Vida, compartió que “venir a estos proyectos te da una alegría gigante y verdaderamente te transforma, te cambia la vida”. Para él, el impacto de estas iniciativas es tan profundo como bidireccional: los voluntarios dan, pero también reciben.

Clara Mardonez, también estudiante UC y coordinadora de Misión de Vida, enfatizó el poder de la oración en la experiencia misionera: “Nos enfocamos mucho este año en poder hacer a Dios presente en medio de la misión. Creemos que el primer paso para lograr eso era que Dios estuviese en el centro, con invocación al Espíritu Santo, rezar, recuperar la oración en las casas”.
Además, Mardonez hizo un llamado a que todos se acerquen a la Pastoral UC: “Nosotros también acogemos con los brazos abiertos a gente que puede no ser católica. Hay gente que es católica pero con dudas, o no tan practicante. Esta experiencia invita a profundizar en la propia vida, a salir al encuentro del otro”.

Universidad y país: una vocación compartida
Para el rector De la Llera, este tipo de actividades encarnan el verdadero sentido de la Universidad: “La misión de la Universidad, por supuesto, es formar para que las nuevas generaciones se capaciten en disciplinas, entre otras cosas. Pero una misión muy importante es transformar vidas a través de lo que uno hace”.
La autoridad universitaria también subrayó la importancia de conectar con la realidad profunda del país: “Esto que está acá es Chile, y la Pastoral te saca de esas zonas de confort. Tenemos la responsabilidad de entregar mucho más de lo que hemos recibido”.

A través del compromiso de los jóvenes de la Pastoral UC, se hizo visible una Iglesia viva, joven, creativa y profundamente comprometida con la transformación social y espiritual del país. “Esto es lo que más necesita Chile en este minuto. Darse cuenta de que no todas las cosas que ocurren son negativas, sino que hay gente demasiado comprometida por hacer de este, un país más justo, mejor, más equitativo”, dijo el rector.
Misioneros desde Perú
Una experiencia de encuentro, fe y servicio vivieron nueve estudiantes de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo, de Chiclayo, Perú (USAT), quienes llegaron a Chile para integrarse a las Misiones y Trabajos de Invierno de la Pastoral UC. La visita fue posible gracias a la colaboración entre la UC y la Organización de Universidades Católicas de América Latina y el Caribe (ODUCAL), con el objetivo de fortalecer los vínculos entre comunidades universitarias de la región.

Durante diez días, los jóvenes peruanos participaron en el proyecto Trabajo País, compartiendo labores y vida comunitaria en distintas localidades del país. Sus vocaciones académicas son diversas: Derecho, Diseño, Medicina, Construcción Civil y Pedagogía. A pesar de sus distintas disciplinas, los unió el mismo deseo de contribuir al bien común y vivir una Iglesia joven y en salida.
“Desde el día uno que llegamos hasta el día que nos regresamos, todo fue increíble. Las formaciones que nos dieron, la gente, la comunidad… ha sido una experiencia muy linda”., relató Brunella Quijano, estudiante de USAT.
“La acogida por parte de los chilenos fue increíble. Siempre nos estaban incluyendo en las charlas y actividades. Formamos demasiados lazos entre nosotros, compartimos historias y anécdotas. Me hicieron sentir muy especial”, comentó emocionada Brunella.

Más allá del trabajo físico, los estudiantes vivieron una experiencia de transformación interior. “No solamente construyes una capilla o un salón parroquial, sino que formas comunidad, incentivas a la gente, escuchas sus vivencias y aportas con tu granito de arena. Es muy gratificante ver la alegría en sus rostros, su agradecimiento sincero, y saber que lo que dejamos seguirá funcionando después de que nos vayamos”.
Esta participación internacional representa un paso importante en el compromiso de la Universidad Católica por promover una formación que integra espiritualidad, servicio y comunidad. En palabras de la propia estudiante: “Me encantaría recomendar esta experiencia a mis compañeros. Estoy muy encantada con todo lo vivido y, por supuesto, que la volvería a repetir”.