Campeonatos de fútbol, visitas a la nieve y trekkings al cerro son solo algunas de las actividades que se han realizado durante el 2019 en este proyecto, que busca relacionar la vida saludable, el contacto con la naturaleza y el deporte con el desarrollo de virtudes cristianas y la vida en comunidad de la capilla María Santísima en la Villa Arturo Prat de la Parroquia Santa Cruz de Mayo. Los niños de esta comunidad son invitados a participar de diferentes actividades, un fin de semana al mes, a las que son acompañados por voluntarios del proyecto, monitores y su párroco, el padre Francisco Cruz.
De esta manera, el proyecto presenta a la iglesia católica y el mensaje de Cristo a través de actividades diferentes, donde la naturaleza y la vida sana predominan, entregando así a los niños que participan valores que luego ellos son capaces de transmitir en sus propias familias, generando un círculo virtuoso en su entorno.
“Los papás de los niños que van a CIMA se sienten agradecidos. Agradecen que la iglesia trate de mostrarle a sus hijos cosas positivas como ideales y valores, que van más allá de solo la preparación para los sacramentos. De esta manera, ellos (la familia) también son parte del proyecto, ya que los invitamos a las actividades para que se sientan parte de la comunidad y de una iglesia que apoya”, señaló el sacerdote Francisco Cruz, párroco de la Parroquia Santa Cruz de Mayo.
Por su parte, los voluntarios de CIMA son personas comprometidas, que les gusta la vida al aire libre y que buscan transmitir la fe a través de la naturaleza. “Ellos siempre están preocupados de cómo transmitir valores a los niños, para que no solo tengan un día de entretención sino que además puedan ver la vida de una manera sana y donde se les muestra que tanto ellos como sus familias pueden salir adelante y disfrutar sanamente de su entorno”, explica el padre Francisco. Además destaca que estos jóvenes son referentes para los niños y las familias, por lo que se hacen en personas muy importantes dentro de la comunidad.
El proyecto, que ya tiene 5 años surgió de la iniciativa de alumnos de la Pontificia Universidad Católica de Chile, que buscaron acercar a sus compañeros a Dios a través del deporte y la naturaleza. Pero que luego de un tiempo, se dieron cuenta que CIMA podría tener un impacto social mucho mayor si es que involucraban a niños de sectores vulnerables, ya que se dieron cuenta que a través de los niños se pueden transformar familias enteras y mejorar así el ambiente en el que viven.