Señor Director:
La semana pasada, mi hija de 18 años estaba ayudando en una colecta para la fundación Capilla País -que construye iglesias a lo largo de Chile-, cuando fue atacada por un hombre, que la insultó diciendo que «cómo trabajaba para los curas pedófilos». Ella le respondió, con la madurez de un adulto, que lo hacía por Cristo y para ayudar a las personas. Su respuesta le produjo una tremenda indignación al sujeto, quien la agredió con un golpe en la cara. ¡No puedo creer la falta de tolerancia y de respeto a la que hemos llegado! ¡Hasta cuándo vamos a seguir fomentando el odio!
Me enorgullezco de que mi hija haya defendido su fe en forma tan valiente, sin pensar en las consecuencias que esto le podría haber traído. Jóvenes como ella nos están dando un ejemplo de vida, porque están construyendo esperanza y reedificando una Iglesia que sufre, pero que no puede desmoronarse. Ellos nos hacen recapacitar a todos los católicos de cuál debe ser nuestro papel en este nuevo comienzo.
Sacrificando su tiempo, vacaciones y actividades propias de su edad, todavía hay jóvenes que salen a las calles y mojan sus camisetas para volver a construir una nueva Iglesia, mediante proyectos sociales en los que ponen todo su esfuerzo y cariño. Ojalá personas como el individuo que agredió a mi hija se den cuenta de eso y los respeten.
Paula Gandarillas Serani