Fiesta religiosa de Ayquina: miembros UC viven sus tradiciones

Nueve estudiantes y cuatro profesores de la UC se encuentran en Antofagasta para efectuar una residencia artística sobre la fiesta de la Virgen de Guadalupe de Ayquina.

La fiesta de la “Virgen de Guadalupe de Ayquina” es la celebración religiosa más importante de la región de Antofagasta. Tiene lugar en el poblado de Ayquina, situado a unos 80 kilómetros al noreste de Calama. Se realiza en septiembre, teniendo como día destacado el 8 de septiembre, por ser el día del cumpleaños de la Virgen.

Con el objetivo de conocer esta fiesta, una delegación de la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana y de la Facultad de Artes se trasladó hasta esa localidad para realizar una residencia artística.

Catalina Vassiliu, coordinadora de extensión y cultura de la Pastoral UC, explica que el objetivo de esta residencia artística es generar una instancia de reflexión, investigación y creación interdisciplinaria desde la observación participante de una fiesta religiosa, promoviendo la sensibilización estética de los participantes y un acercamiento a la experiencia de fe del pueblo. 

“Durante estos días, los estudiantes logran observar, registrar, establecer lecturas interpretativas de la fiesta religiosa y sus lenguajes. Posteriormente, una vez finalizada la estadía en terreno, sobreviene un período en que se desarrolla una creación artística que se presenta en una muestra final, instancia abierta a la Comunidad UC y público general”, señala Catalina. 

La fiesta religiosa de Ayquina se realiza en veneración a la Virgen de Guadalupe. En estas fechas se congregan miles de fieles, peregrinos y danzantes a la Virgen.

Expandir la visión de lo que nos rodea

El proyecto de Residencia Artística se realiza de manera conjunta entre la Pastoral UC y la Facultad de Artes. Además es patrocinado por la Dirección de Investigación y la Dirección de Artes y Cultura (VRI). Se ha realizado numerosas veces en la tradicional Fiesta de La Tirana, y esta es la primera vez que se efectuará en la fiesta de la Virgen de Guadalupe de Ayquina.

La delegación está formada por nueve estudiantes: dos del Instituto de Música, dos de la Escuela de Arte, dos de la Escuela de Teatro, uno del Instituto de Estética, uno de College de Ciencias Sociales y uno de la Escuela de Arquitectura. Además, van cuatro profesores: José Vielva (Arte), Gala Fernández (Teatro), José Manuel Izquierdo (Música) y Federico Aguirre (Teología). Por parte de la Pastoral los acompañan Catalina Vassiliu y el Capellán de Campus Oriente, padre Javier Concha.

La experiencia de la residencia artística ofrece a los estudiantes una oportunidad de conocer en terreno, abarcando áreas que van más allá de su propia carrera. José Manuel Izquierdo, académico del Instituto de Música, explica: “Las artes siempre generan la posibilidad de ver las cosas desde otro lugar, de aprender mutuamente, de ir más allá de lo esperado. Creo que, justamente, estas residencias permiten aquello en dos sentidos: por un lado, ir más allá de lo evidente para quienes estudian con nosotros, poder expandir su visión de lo que les rodea; pero también, desde las artes, mirar nuevas formas en que podemos entender estas experiencias religiosas que son tan importantes para todos nosotros. En un mundo cada vez más secular, ese encuentro con lo trascendente es fundamental”.

Además, el académico recalca que la música es muy importante en las manifestaciones religiosas, porque cuando se escucha música, la persona se hace parte de una comunidad, donde se escucha lo mismo, entrecruzados por las mismas ondas, las mismas vibraciones, las mismas sensaciones. 

“La música, en una fiesta religiosa o un templo, nos permite conectar juntos, empatizar, hacernos parte de una experiencia mística y trascendente que es de todos y todas, y no solo individual. Hoy, que cada vez más escuchamos sólo con audífonos, aislados del mundo real, recordar que la música nos hace comunidad, desde tiempos inmemoriales, es muy importante, una dimensión religiosa esencial del ser humano”, destaca el profesor Izquierdo.

Trabajo en colaboración y generando vínculos

El profesor Federico Aguirre, de la Facultad de Teología, ha participado en las residencias artísticas de la Pastoral desde el año 2016. “Esta experiencia ha marcado mi desarrollo académico, tanto en docencia como en investigación, y también ha marcado mi experiencia creyente. Creo que la residencia aporta en tres ámbitos fundamentales para el quehacer académico: en primer lugar, es una instancia muy productiva, en la que se da un trabajo colaborativo entre profesores/as y estudiantes; en segundo lugar, se establece un vínculo con comunidades concretas, que resulta en un enriquecimiento del quehacer académico; finalmente, la Residencia se convierte en un modo idóneo para acceder a una experiencia de fe performativa (como es la fiesta religiosa), para conocerla, pero también para acceder al misterio de Dios que se hace presente en nuestra historia y en nuestro territorio”.

La profesora Gala Fernández, de la Escuela de Teatro, también ha participado en residencias artísticas anteriores. Ella enfatiza que este modo de investigación es muy especial porque el investigador se involucra de manera activa: “Es un proceso de registro/creación permeado en gran medida por la autoría de este/a investigador/a participante, que es transformado/a por la experiencia vivida. Dicha particularidad, ha determinado que las experiencias de residencias anteriores hayan sido de gran aprendizaje para el grupo pero, además, que constituyan vivencias inolvidables, que muchas veces inspiran nuevos caminos de investigación y creación en sus integrantes”, indica la académica.

Además, la profesora recalca que la fiesta de Ayquina es muy especial, ya que es la comunidad la que se encarga, levanta y lidera todos los hitos de esta celebración. “Esto quiere decir que la continuación de la herencia es un factor muy importante en las características de cada rito que se desarrolla. Por ejemplo, en una eucaristía pueden estar presentes a un tiempo, tanto los códigos litúrgicos, como la música andina, las mesas de ofrendas, y muchas otras manifestaciones de la memoria ancestral de este territorio altiplánico”, explica la profesora.