“Lo más esperanzador de este encuentro serán vuestros rostros y una oración. Eso dará esperanza. Con la cara con la cual vuelvan a sus casas, con la oración que aprendieron a decir, con el corazón cambiado. Cada uno volverá a casa con la fuerza nueva que se genera cada vez que nos encontramos con los otros y con el Señor, llenos del Espíritu Santo para recordar y mantener vivo ese sueño que nos hace hermanos y que estamos invitados a no dejar que se congele en el corazón del mundo: allí donde nos encontremos, haciendo lo que estamos haciendo, siempre podremos levantar la mirada y decir: Señor, enséñame a amar como Tú nos has amado”, con estas palabras el Papa Francisco recibió a los jóvenes en la ceremonia de acogida y apertura de la XXXIV JMJ en el Campo Santa María La Antigua.
Entre el 22 y el 27 de enero se realizó la Jornada Mundial de la Juventud en la capital de Panamá, donde más de 200.000 peregrinos de todas partes del mundo llegaron para vivir en comunidad la alegría de ser católicos.
Desde Chile llegaron 1.200 peregrinos, entre ellos el capellán general de la Universidad Católica, Padre Guillermo Greene, quien acompañó a los estudiantes de la institución y ve la JMJ como “una instancia privilegiada de jóvenes de todo el mundo para vivir el encuentro con Cristo y experimentar la riqueza de la Iglesia Universal que se reúne con el Papa para ser confirmados en la fe. Es una gran alegría acompañar a la delegación de la UC para manifestar nuestro compromiso con la evangelización y nuestra cercanía con el Papa”.
La comunidad de la parroquia Santa Rita de Cascia se encargó de acoger y alojar, con mucho cariño, a los peregrinos de la delegación de la UC quienes vivieron un ambiente muy fraterno. Agradecidos de las familias panameñas, “traen de vuelta a Chile la profunda experiencia de la fe en Cristo, capaz de mover a tantos jóvenes al encuentro y al compromiso por la construcción de su Reino. Esto nos ayuda a vivir nuestro servicio a la UC y al país con una perspectiva más amplia y trascendente, conscientes de ser parte importante de la Iglesia y de su misión”, concluye el presbítero.
Por su parte, la jefa de la delegación UC, Trinidad Andreani, explica que la preparación del viaje, partió por lo logístico: “Trabajamos desde marzo de 2018, planeando qué esperábamos de la JMJ”. Uno de los anhelos de esta comisión fue ser la delegación más grande en la historia de la UC, y lo lograron. En cuanto al alojamiento, supieron de un sacerdote que vino a Chile, conoció Misión País y llegó con la idea a su parroquia, formando Misión País Panamá. “Ellos habían venido por la visita del Papa, así que aprovechamos que teníamos muy latente su mensaje, el vínculo misionero y los contactamos. Preparamos misiones para antes de la JMJ y ellos mismos, las familias en torno a la parroquia, nos recibieron. Esa fue de las mejores experiencias, a muchos nos marcó porque eran muy cariñosos. Todo el país estaba a la disposición de los jóvenes peregrinos”.
Como parte de la preparación, durante el segundo semestre, los jóvenes tuvieron cuatro encuentros de formación en los que se trabajó la última exhortación del Papa, Gaudete et exsultate, profundizando en las bienaventuranzas.
El miércoles 23 de enero el Santo Padre pisó tierra panameña, para así el jueves 24 dar la bienvenida a los jóvenes que lo esperaban ansiosos preparándose para esta visita asistiendo a ferias vocacionales, catequesis, el festival de la juventud “Alégrate”, entre otras actividades organizadas y planificadas oficialmente, y en cada parroquia y lugar donde había peregrinos. Lograron ser la delegación más grande.
El Campo San Juan Pablo II – Metro Park, fue el escenario para el desarrollo del Ví Crucis, actividad clave del viernes 25, dirigido por el Santo Padre y que dio paso a una vigilia el sábado que terminaría con la Santa Misa el domingo para así dar término a este encuentro.
Durante la homilía de clausura y envío de la JMJ, Francisco expresó a los jóvenes que el amor de Cristo “es amor concreto, de hoy, cercano, real; es alegría festiva que nace al optar y participar en la pesca milagrosa de la esperanza y la caridad, la solidaridad y la fraternidad frente a tanta mirada paralizada y paralizante por los miedos y la exclusión, la especulación y la manipulación. Hermanos: El Señor y su misión no son un “mientras tanto” en nuestra vida, un algo pasajero, no son solo una Jornada Mundial de la Juventud, son nuestra vida de hoy y caminando”.