Como parte de un anhelo religioso y solidario, cuatro estudiantes UC fueron a misionar a Manchay, Perú. La iniciativa se dio en el contexto del Programa “Artesanos de la Unidad” que une a la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidad Católica Boliviana San Pablo y la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Nuevos vínculos y lazos para toda la vida nacieron de las misiones que hicieron cuatro estudiantes de la UC en Perú en la localidad de Manchay. Se trata de cuatro jóvenes que establecieron relaciones con personas que visitaron en misiones y que, incluso una de ellos terminó siendo la madrina de bautizo de uno de los niños que conoció durante los 10 días que estuvo misionando. Se trata de una experiencia que ellos calificaron como única e inolvidable
Esta iniciativa surgió porque la UC, la Universidad Católica Boliviana San Pablo y la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) están suscritas en el Convenio de Cooperación Interinstitucional en el que se establece la voluntad de desarrollar e impulsar un Programa de Investigación Académica Conjunto, denominado “Artesanos de la Unidad”. El objetivo es avanzar colectivamente en materia de cooperación científica, cultural, económica y social.
En este sentido, y motivados por un sentido intercambio misionero, la Pastoral UC quiso participar en la misión organizada por la Pontificia Universidad Católica del Perú, y que reúne a tres países hermanos; es decir, a Perú, Bolivia y Chile.
En concreto, los estudiantes volaron desde Chile hasta Lima, para sumarse a los cinco misioneros de Bolivia y los 20 de Perú. Los nombres de los cuatro jóvenes son: María Paz Wahl (Ingeniería), – Agustina Rosales (Ingeniería Comercial), Teresita Ochagavía (Derecho) y Vicente Tapia (Comunicaciones).
Teresita Burckhardt, coordinadora de Desarrollo de la Pastoral UC que los acompañó en sus primeros días en Perú, explica: “Todos son voluntarios que han participado de diferentes proyectos de la Pastoral y han demostrado un compromiso por la misión evangelizadora de la Iglesia. Además, ellos han tenido cargos de liderazgo en los proyectos que han participado, y conocen desde cerca cómo funciona la Pastoral UC. Se consideró fue que tuvieran experiencia misionera, para poder compartirla en la misión en Perú”.
“El objetivo de esta iniciativa ha sido proporcionar una experiencia misionera internacional a los voluntarios de la Pastoral, para intercambiar experiencias y conocer otras realidades sobre la vivencia de la fe fuera de Chile. Además, estrechar lazos y promover un trabajo colaborativo con la Red Artesanos de la Unidad”, comenta Teresita.
Por su parte, el Padre Brain Ed de la Cruz Riguetti, quien dirige el Centro de Asesoría Pastoral Universitaria (CAPU) de la PUCP, cuenta qué actividades realizaron los misioneros de Chile en conjunto con los de Perú y Bolivia: “Los jóvenes participaron en muchas actividades tales como deportes de la comunidad local, algún taller en concreto, visita a los ancianos, ayuda en los trabajos ordinarios de cada día, llámese ir al mercado o ayudar en cualquier casa que nos necesitaba».
“También, por otro lado, realizaron obras de plantación de árboles a través de una organización que está ahí que se llama Manchay Verde. También participamos en algunas actividades de la parroquia y en lo que el lugar celebraba, como las fiestas patrias y las actividades en torno a ellas. También nos involucramos con la parroquia y con lo que sucedía en la misa que tuvieron ellos, la misa en honor al país. Prácticamente ese ha sido el abanico de actividades que hemos tenido, la dinámica externa, como le llamamos, una dinámica de ir a misionar que se centra en la realidad propia del país, en su forma de religiosidad característica”, añade el Padre Brain.
Además, recalca que otro objetivo consistía en que ellos pudieran experimentar los rostros de la pobreza. “Rostros que se van a ir visibilizando en el día a día de lo que hace la gente, desde ir y conocer lo que sucede en la plaza, en las interacciones, en los trabajos, en los mercados, en los colegios aledaños. Se sumergieron rápidamente en el día a día de lo que acontecía ahí y de cómo la Iglesia o el mensaje de Cristo podría estar en contacto con los dolores o sufrimientos o rostro de la pobreza.
Madrina de bautizo
Los cuatro misioneros tuvieron experiencias que generaron marcas en sus vidas. Una de ellas es la que vivió María Paz Wahl, a quien uno de los niños de Manchay le pidió que fuera su madrina de bautizo. “En los talleres yo había tenido una conversación muy linda con este pqueño niño que se llama Rodrigo. Conversamos sobre la fe y Dios y la Iglesia. Y yo lo había dejado invitado a la misa de bautizos. Cuando llegó ese día a la misa, fue con sus papás y a ellos se les iluminó la cara y nos preguntaron si Rodri se podía bautizar también. Como lo único que le faltaba era una madrina, él me pidió que fuera yo. Fue muy emocionante, de alguna manera siento como que Dios quería que un pedacito mío se quedara en Manchay. Ser madrina requiere darle un acompañamiento durante su vida, así que hay que buscar la manera de hacerlo. Me quedo con el corazón muy llenito y también muy contenta por esta nueva misión que Jesús me tenía preparada acá en Perú”.
Por su parte, la misionera Teresita Ochagavía, cuenta cómo una tarde había una fiesta especial: “Había personas con trajes típicos de bailes peruanos, con colores, puros jóvenes entre una edad de 15 y 25 años bailando. La plaza estaba llena y nosotros nos fuimos integrando a cada uno de los distintos bailes y fue una vivencia muy especial ver cómo se mezcla la cultura, el arte, la festividad, y como Dios trasciende en cada una de esas áreas distintas. Dios se hace demasiado presente en cada uno de esos jóvenes que gritaban, que bailaban, que zapateaban con fuerza”.
Las redes quedaron establecidas con los misioneros de los diferentes países y en el futuro se seguirán buscando formas de compartir espacios de misión.