“Empezamos a funcionar en calle Santa Mónica, ampliando la posibilidad de atender gente que llegaba muy adolorida, muy asustada, llorando. Nunca había visto gente torturada y me tocó verlo en la oficina. Hijas e hijos que iban con su papá, o con su mamá, y querían mostrar lo que les habían hecho. Fue espantoso”. Con este testimonio de Fernando Salas SJ, primer secretario del Comité Pro Paz, se dio inicio al conversatorio “Iglesia y paz. Miradas de futuro, a 50 años del Golpe de Estado”.
El evento, organizado por la Vicerrectoría de Comunicaciones y Extensión Cultural, la Facultad de Teología, la revista Humanitas, la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana y la Biblioteca de Teología, con la colaboración del Centro UC para el Diálogo y la Paz, se realizó el 24 de agosto, a pocos días de conmemorarse las cinco décadas de los sucesos ocurridos el 11 de septiembre de 1973, con el objetivo de hacer memoria sobre el papel de la Iglesia en la dictadura y proponer aprendizajes para el presente y el futuro respecto a la promoción de la paz y la protección de los derechos humanos.
La conversación, encabezada por Ignacio Sánchez, rector UC, y fue protagonizada por los panelistas Fernando Salas SJ, quien desde el 4 de octubre de 1973 fue el primer secretario del Comité Pro Paz, a petición del cardenal Silva Henríquez; María Luisa Sepúlveda, quien trabajó en Pro Paz y luego fue vicepresidenta de la comisión Valech; y Tomás Scherz, Vice Gran Canciller UC. La moderación estuvo a cargo de Elena Irarrázabal, subeditora de Artes y Letras de El Mercurio.
El rector UC aseguró que este año la Pontificia Universidad Católica de Chile ha tenido dentro de sus prioridades abordar “este acontecimiento histórico tan dramático para nuestro país”, desde diversas perspectivas. Por lo mismo, estaba el compromiso de analizar el rol que cumplió la Iglesia. “El quiebre institucional sólo se puede explicar a partir de una mirada pluricausal de la crisis, en que se incluye la polarización, el odio político, la politización de los militares y la militarización de la política. La Iglesia no fue inmune a esta polarización. Al ser parte de la vida nacional, se vio contagiada por este clima de poco entendimiento, y entre sus miembros se produjeron quiebres irreconciliables en la forma y en el fondo”, dijo.
“Es de justicia valorar la acción vital de la Iglesia Católica en la defensa de los derechos humanos, los perseguidos durante aquellos años en que primó la violencia y la opresión”, agregó el rector.
Haddy Bello, vicedecana de la Facultad de Teología, enfatizó en el compromiso de la UC en relevar esta materia ante la comunidad interna y externa. “El motor de esta actividad es (…) también repensar el rol actual de la Iglesia. Cuando hablo de Iglesia, no pienso únicamente en la estructura o la jerarquía, sino en cada persona que ha reconocido en Cristo un cambio, una propuesta y especialmente en quienes hemos encontrado en Él la salvación. Por eso, les invito a pensar de manera autocrítica, cuál es mi rol en la comunidad humana”.
“Yo decía que lo que más fortaleza nos daba era el concepto humanitario y esa fuerza que nos daba ver a quien estaba sufriendo. Eso era lo que por lo menos a mí más me movilizaba. Pero también el mandato general se basaba en nuestra mente, que nos decía que había que buscar la justicia, era fundamental; había que reestablecer la paz para llegar a la justicia”, sostuvo María Luisa Sepúlveda.
Asimismo, agregó un cuestionamiento que se ha hecho con los años. “¿Qué sentido tenía tanta brutalidad? ¿Qué sentido tenía que en el año 87 siguieran habiendo detenidos y desaparecidos? Eso es lo que uno se pregunta, yo me pregunto hasta el día de hoy, y ahí, entonces, eso yo lo uno con la necesidad de la memoria”.
El sacerdote Fernando Salas SJ, por su parte, valoró la importancia de la escucha activa con las víctimas. “Te das cuenta de que la gente, cuando uno la escucha, y la escucha con interés, con atención, ya experimenta un alivio. El próximo paso es que hay que hacer algo. No puedo permanecer indiferente ante una persona que está sufriendo horrores y que está al lado mío. No puedo permanecer indiferente. Si me quiero definir como creyente, pues tengo que acoger a esa persona que está sufriendo. Y conocemos todos, las palabras de Jesús, y cuando pasa un sacerdote o pasa alguien con un hijo, con un hijo de pueblo, junto a alguien que sufre y no hace nada, no lo ayuda, se nos muere esa motivación de ir en ayuda del prójimo”.
En este sentido, el Pbro. Tomás Scherz señaló que sería fundamental realizar un gesto por la verdad y la reparación. “Después de 50 años, no tenemos, por así decirlo, una cicatriz, como son las buenas cicatrices que cierran. Yo creo que tienen que haber focos de mejora. Hay elementos muy sensibles. No hubo jamás en el país una agresión tan grande como la que se produjo con los detenidos desaparecidos. La falta de verdad produce desconfianza, distancia, sospecha… Creo que siempre hay oportunidades para hacer eso, una reparación. Creo que es el momento de salir de sí, para poder decir yo tengo que hacer un sacrificio por decirles una palabra más sencilla y encontrar esa verdad”.
Visión a futuro
Fernando Salas SJ, planteó que uno de los caminos para no volver a repetir la trágica historia es pensar en el otro y en respetar la diversidad. “Si yo estoy preocupado por atender mis intereses a toda costa, entonces la política que estoy generando está centrada aquí. Si estoy preocupado por atender a otros, voy a empezar poco a poco a generar una política que ayude a otros. Esto es lo que lleva a escuchar al que sufre”.
Finalmente, María Luisa Sepúlveda, hizo un llamado transversal a aprender las lecciones del pasado. “No conozco ninguna dictadura en el mundo donde se respeten los derechos humanos; no existe. Por lo tanto, tenemos que juntarnos con nuestra convivencia, tenemos que educar para la convivencia, porque ya no hay otra manera de respetar los derechos humanos. Hay que decir nunca más, porque lo que pasó no se puede repetir, y por eso tenemos que hacer memoria, tenemos que hacer memoria con la dignidad de la convivencia, porque eso es parte de la historia”, concluyó.
“Bordando esperanzas”
Previo a la conversación entre los panelistas, el rector Ignacio Sánchez, y Javier Luis Egaña, quien fue secretario ejecutivo de la Vicaría de la Solidaridad, la exposición “Arpilleras por la vida y sus derechos: 30 artículos de los Derechos Humanos”, a cargo de la fundación de documentación del archivo de la Vicaría de la Solidaridad de la Arquidiócesis de Santiago.
La muestra consiste en la representación, a través del bordado, de los treinta artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; y estará abierta a todo público en la en el Centro de Extensión UC hasta el 26 de agosto.
Paralelamente, la Biblioteca de Teología realizó una exhibición bibliográfica y archivística, principalmente de monografías y documentos. Entre el material seleccionado se encuentra, por ejemplo, el “Informe sobre 384 casos de personas desaparecidas”, de la Vicaría de la Solidaridad, fechado en julio de 1976; la monografía “Noveno año de labor”, de 1984; una declaración oficial del Arzobispado de Santiago acerca de acusaciones contra el Sr. Hernán Montealegre Klenner, abogado de la Vicaría de la Solidaridad; y ediciones de la época de revista Mensaje.
La Revista Diálogos, de la Pastoral UC, lanzó su edición N° 19, enfocada en la solidaridad, paz y diálogo. “Como decía el Padre Fernando, nada de lo que pasa en este mundo nos puede ser ajeno. Entendiendo el contexto social en que hoy nos encontramos, nos pareció importante impulsar una reflexión sobre este principio (…) y visibilizar con distintas fronteras el fecundo diálogo entre la fe y la razón, que todos podemos buscar y compartir”, concluyó José Luis Romero, editor de la publicación.