Este jueves 8 de junio se llevó a cabo, en cuatro de los cinco campus de la Pontificia Universidad Católica de Chile (Casa Central, Lo Contador, Campus Oriente y San Joaquín) una nueva edición de la fiesta de Corpus Christi, un encuentro que todos los años conmemora la importancia de la Eucaristía y la posibilidad de recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Desde las primeras horas de la mañana, varios estudiantes, académicos, administrativos e incluso algunos preescolares, se acercaron a decorar los caminos de alfombras de aserrín que luego de la Eucaristía de las 13:00 horas acompañaron a Cristo Sacramentado en una procesión que reunió a toda la familia UC.
En el caso del campus San Joaquín, la Santa Misa se desarrolló en el exterior del templo del Sagrado Corazón. Una celebración que fue presidida por el Pbro. Federico Ponzoni, quien en su homilía destacó que “La Eucaristía, el pan y el vino no son simplemente un lindo recuerdo, sino que transcienden, ya que la fe nos enseña que Cristo está presente de manera real. Por eso, pidamos en esta misa de acción de gracias que la conciencia de la presencia de Cristo en la Eucaristía cale hondo en nuestro corazón y haga de nuestra vida un verdadero gesto de agradecimiento por su presencia”.
Luego de la procesión, Benjamín Cruz, director de la Pastoral UC, quiso resaltar la importancia de haber hecho este año la celebración en el exterior del templo ubicado en San Joaquín, ya que “con este simple gesto se demuestra que somos una universidad católica. La idea era que todo aquél que pasara por fuera pudiera notarlo. Por eso, esta es una fiesta, que nos permite volver al centro y a la base de lo que es ser católico, que es tener muy presente el reconocimiento real del cuerpo y la sangre de Cristo”.
Cabe destacar que esta celebración de Corpus Christi nació en el siglo XIII tras un milagro que marcó la historia de la iglesia.
Todo comenzó cuando el Pbro. Pedro de Praga dudó de la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Como consecuencia, peregrinó a Roma para pedir una gracia de fe, y en el año 1264, mientras celebraba la Santa Misa, ocurrió un acontecimiento revelador: la Sagrada Hostia sangró.
Debido a esto las personas comenzaron a reafirmar su fe en el Santísimo Sacramento, realizando procesiones con alfombras de flores y aserrín por todas las ciudades. Siendo así una celebración que cada año se realiza en diversas partes del mundo.