Luego del terremoto del año 2010, el 47% de los recintos religiosos del país sufrieron daños importantes. En total, fueron afectados 440 templos y 105 capillas y casas parroquiales. De ellos, 82 tenían daños severos y probabilidad de derrumbes y 107 graves deterioros. Una de esas capillas dañadas está ubicada en Lolol, lugar al que llegó un grupo de cerca de 20 estudiantes de la UC a saldar la deuda y construir un lugar para albergar las actividades espirituales de la comunidad Los Tricahues.
“Esperamos varios años para que saliera una capilla y por fin llegó”, dice Héctor Cornejo, nacido y criado en la zona. “Le sirve a toda la comunidad y hacía mucha falta porque la religión se puede perder si no hay lugar donde juntarse. Pienso que se va a fortalecer por el hecho de tener una capilla”, agrega.
Los voluntariados son parte de las iniciativas de la Pastoral UC para movilizar estudiantes en misiones y trabajos de verano. Actualmente, hay dos grupos en terreno, uno misionando en un campamento de San Felipe y el de Lolol.
“Me impresionó el cariño y el interés de los habitantes de San Felipe, en su mayoría migrantes, por el mensaje y aporte de nuestros estudiantes. El proyecto Misión País lleva la palabra de Cristo y permite recibir testimonios de vida que realmente impactan de manera profunda a nuestros jóvenes”, explica el rector Ignacio Sánchez quien, junto al obispo Gonzalo Bravo, visitó la zona de misión.
Por su parte, el capellán general de la UC, pbro. Fernando Valdivieso durante su visita a San Felipe señaló que «viendo a los jóvenes en el encuentro en el servicio misionero, en el anuncio del evangelio y en el compartir la vida y la fe con nuestros hermanos más desfavorecidos, principalmente migrantes, se nos hace patente una vez más el valor que tiene para la vida universitaria tener experiencia vital y vínculo afectivo por parte de los estudiantes con las realidades de nuestro país y con las realidades de los más desfavorecidos.»
Para poder materializar los voluntariados, se debió trabajar con una elaborada organización y con muchas exigencias sanitarias donde cada joven debió realizarse un test PCR. En terreno aplican diversos cuidados, tales como el distanciamiento social, el uso de mascarillas y de alcohol gel. “Todo esto se ha hecho en base a reglamentos que la universidad y el Ministerio de Salud nos han exigido”, explica Benjamín Cruz, director de la Pastoral UC unidad de la universidad que organiza estos trabajos y misiones.
Las tres modalidades
Con la pandemia, desde la Pastoral UC tuvieron que echar mano a la creatividad. Y es que las misiones y trabajos se caracterizan por el encuentro con las personas, por lo que el encierro por Coronavirus afectó el corazón de estas iniciativas.
Para seguir realizando estas actividades, los voluntarios decidieron usar la tecnología y alternar entre lo online, lo presencial y lo semipresencial. “Hay zonas en que las misiones se realizan de manera 100% online a través de Zoom. Un segundo mecanismo ha sido la semipresencialidad, en que visitamos zonas cerca de la Región Metropolitana donde se va por el día a entregar insumos básicos. La tercera, son zonas presenciales”, detalla Cruz.
“Es destacable que con todas las restricciones sanitarias actuales, hemos podido desarrollar significativas actividades presenciales y virtuales con las comunidades de base de nuestro país. Esto es un ejemplo para la universidad que valoro de manera muy especial, ya que refleja gran compromiso de todos los integrantes de la Pastoral”, añade el rector Sánchez.
Señales de esperanza
Capilla País y Misión País son los nombres de las iniciativas que congregan a los voluntarios. En el primero, universitarios católicos construyen capillas y forman vínculos con comunidades en las periferias de zonas urbanas. Todo esto lo hacen como una respuesta al llamado del Papa Francisco, quien ha pedido a los jóvenes a ser parte de una “Iglesia en salida”. Misión País son misiones que buscan desarrollar una experiencia personal y comunitaria de encuentro con Cristo.
“En años normales el construir una capilla ya es un signo de fe y de unión para las comunidades. Son 10 días en los que tanto los voluntarios como la comunidad se acercan a Dios”, explica Alejandra Gómez, jefa general de Capilla País. “Nadie se espera que voluntarios salgan en pandemia a construir físicamente una capilla y el hecho de que lo estemos haciendo potencia un sentimiento de esperanza”, concluye.